Los puntos más bajos se registraron en todo lo que fue teatralización. Hay una forma de gesticular y de decir las cosas en Vendimia que suena forzada, falsa. Y eso ocurrió en los parlamentos de casi todos los juglares. Tampoco resultó eficaz la incorporación de la murga La Buena Moza. El comienzo del espectáculo con ellos fue pobrísimo, según Diario Uno.

Un ingeniero en sonido pareció faltar para separar con sapiencia la música y los textos. En la televisión ambos factores parecieron acoplarse en varios momentos, lo cual no dejó escuchar bien al relator ni a los músicos. Tal vez en el anfiteatro hayan sonado de una mejor manera.

Deberíamos probar alguna vez una especie de Vendimia muda, sin esa remanida poesía vendimial. Una puesta en escena donde, como en las viejas películas sin sonido, aparecieran carteles -antes de cada cuadro- para anunciar lo que estuviese por venir. Por ejemplo: Inicio del mundo; Los huarpes; Las primeras cepas. Los inmigrantes. El granizo. Capital del vino. La Virgen. Sin textos dichos con gola. Sólo con escenografías y bailes.

«Por lo menos hasta que aprendamos que hay que plantear de otra manera los guiones», dijeron especialistas del diario.

Muchos disfrutaron el fragmento a la Virgen de la Carrodilla, y otros esperaron una buena tonada mendocina que nunca llegó. Altibajos una y otra vez que no alcanzaron a entusiasmar al público con versos rebuscados, baches en la transición del guion y sin al menos, fragmentos de música clásica folclórica, herramienta inefable de éxito, y que levantan a la gente.

Tener un buen guión, no es sinónimo de palabrerío ni de catecismos literarios. Es, por el contrario, algo vital para asegurar la estructura de un gran espectáculo vendimial.

Jorgelina Flores, la guionista de la Fiesta, no ha podido sortear con eficacia esa trampaO quizás no ha querido.

La idea de que la falta de cuidados de la naturaleza afecte la calidad de los vinos, podría haber sido un buen punto de partida, pero las grandilocuencias de la autora al convocar a la madre Naturaleza y a su hija la Vendimia para que junto con un grupo de juglares salgan por el mundo y se retrotraigan en el tiempo a fin de investigar por qué el vino está amargo, es un disparate. Y no precisamente poético.

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